viernes, 6 de abril de 2012

RAICES DE UN ARTISTA (FRANCISCO CIENFUEGOS RIVERA)

Amo al niño que ayudo a su madre a cargar el agua y la leña con esa humildad y obediencia que muy pocos poseemos en la vida.
Los niños casi siempre son rebeldes, no les gusta ayudar, primero para ellos son: sus cosas, sus juegos y su mundo.  Dejaste tus cosas de lado para ser útil.



Tu mundo fue ayudar a tus padres con el peso del trabajo, tus juegos mirarlos en otros niños por tu timidez, pero en ese vivir fuiste aprendiendo mucho, porque dejaste de ser niño en su momento para adentrarte en un mundo más profundo pese a tus pocos años, donde no existían los juegos sino el observar, el aprender, el analizar, lo que más adelante tendría que ver con el “artista” que eres hoy.
Tus raíces y tus sentimientos los fuiste forjando desde tu niñez, viste del mundo y de la vida lo que no vieron otros niños.
 
                                                    

                            
Amo al niño adolescente que se fue haciendo hombre, que se forjo entre la palana y la tierra para sacarle el fruto, el ardiente sol, la lluvia y la sequía, desde tu más tierna edad encalleciste tus manos en ese rústico trabajo, para después cambiar la tosca palana por el delicado pincel.



 


Amo al hombre que renunció a sus sueños por ayudar a su padre en las faenas del campo, ese hombre que ahogó sus anhelos de lo que quería ser en la vida (Artista Plástico) por amor a su familia, que no pudo realizar su sueño en su momento porque nació pobre, pero eso fue lo que te impulsó en la lucha de tus ideales.
Los que tienen dinero a veces no valoran sus “dones” y los anulan, pero los pobres como tú los cultivan y engrandecen, los grandes hombres vienen luchando desde abajo.

         

                                       
Al hombre artista lo amo y lo admiro, cuando al haber cumplido con tu familia dejaste tu tierra y tu campo en busca de  tu meta (Ser Artista) viajaste con tu ilusión y esperanza muy lejos, pero en esa búsqueda no hubo nada fácil, seguiste dejando tu sueño de lado para sobrevivir y fue muy difícil esa lucha porque todavía no dejabas de lado  tus fieles compañeras tu timidez tu pobreza y tu tristeza.       
Habías llegado tan lejos buscando tu meta que no sabías que la tenías dentro de ti, en tu afán de lucha, en tu impulso a surgir y ser grande, en tus maravillosas manos y el arte con el pincel y sobretodo en tu don.

                                                                                                        


Me siento orgullosa de todo lo que ha logrado mi niño y mi hombre de campo por mérito propio por eso eres “AUTODIDACTA”, lo que eres hoy sólo se lo debes a Dios y a tu gran esfuerzo renunciando a las vivencias de tu niñez y juventud para entregarte al trabajo, para poder crecer en tu arte y llegar a la meta que te habías trazado desde tu niñez.


                                                  




AUTORA Patricia Figallo